lunes, 24 de agosto de 2009

Mi príncipe oscuro tiene un castillo

Mi príncipe oscuro tiene un castillo

En su castillo hay guardianes que cuidan mis sueños y él los comanda.
En su castillo hay una caja que deja escapar sus lamentos y él la acaricia y a ella le encanta. Es azul la caja y sus canciones de mil colores.
En su castillo prepara manjares para los amaneceres fríos y con ellos me calienta el ánimo y me contagia una sonrisa en los labios.

Hay un lecho en el que descanso con él a veces, a veces conversamos y otras nos miramos a los ojos riéndonos de todo, porque la vida es sencilla y cuando la desnudamos nos cosquillea bajo los pies, por eso nos reímos.

A veces en el lecho del castillo nacen árboles y flores y se ven volar peces y soles y se oyen susurrar los vientos del norte y nos llueven encima las nubes del sur.

En su castillo los muros están llenos de ángeles que viven con él y le revuelcan la ropa, y le ensucian el piso y le desacomodan las cosas mientras él está ausente. Los he visto.

Mi príncipe oscuro tiene un castillo en el que se resguardan sus días y a veces yo lo acompaño. Y aunque me gusta estar a su lado mientras la lluvia desbarata los nudos de silencio que se tejen en la ciudad, mi lugar favorito en su castillo son sus brazos y sus ojos que me arropan como la noche y sus labios de luna y su voz que me arrulla.

Mi príncipe oscuro tiene un castillo.

lunes, 3 de agosto de 2009

HOROSCOPO DE ALICIA PARA EL MES DE AGOSTO

Alicia sostiene su jardinera azul para que los vientos de agosto no la levanten.
Así como el ventarrón sacude las hojas de los árboles, golpea su rostro recordándole que la ciudad la extraña con algo de rabia.
Alicia volvió a su reino de ángeles olvidados, pero ha cambiado tanto…
Su corazón es como una estrella caliente que se expande y algún día quisiera explotar,
sus labios han florecido y se han abierto llamando a las abejas para que duerman en ellos,
mira más lejos, siente caminar por la baldosa a los minúsculos insectos que la visitan en las noches, aguzó el oído.
Agosto es la incertidumbre, como mayo y junio. Alicia solo presiente que eso que le ha venido creciendo en el pecho, ese fuego tenue que cada vez le abarca más arterias, empieza a descender hasta su vientre y al tiempo sube por sus brazos y su cuello hasta habitar en sus ojos.
Alicia tiene el fuego en las manos y se lo entrega a su príncipe porque no le gusta tener tanto de nada, ni siquiera de ese calor amañador que le está creciendo dentro.
El color de este mes para Alicia, el violeta
El número de la suerte, el uno
El elemento, el fuego
La virtud, la entrega
El defecto, la entrega
Lo que nadie entiende de su proceder, la confianza
Lo más arraigado en su proceder, la confianza
Lo más vulnerable, sus labios
Lo más deseado “sus” labios.

Velas rojas, luces rojas, fresas rojas, vestidos rojos, labios rojos...muchas velas rojas y muchas noches rojas huyendo del sueño.

domingo, 26 de julio de 2009

VIDA MARINA

Si el mundo marino se abriera bajo mis pies blanquecinos
y desde una caverna oscura el pulpo viscoso me llamara a abrazar su corazón de tinta,
escucharía el rumor de sus tentáculos que me abarcan rodeándome
e intentaría una muerte por ahogamiento.

Si no me atrapa la medusa
ni me rapta un corsario submarino cabalgando su caballito de mar
de cualquier manera presiento que me perdería en el fondo de tus ojos,
Aguas oscuras cuya corriente me atrae
Inevitablemente.

PEZ LEÓN

Por estas aguas nada el monstruo marino más hermoso y temido.
Aún no entiende por qué lo espero en el silencio,
tras corales de fuego y algas marinas
con el arpón preparado para atravesar su corazón caliente.

Aunque su piel ponzoñosa siempre espera la caricia tibia del agua
Se resigna al destino inyectando la muerte a su presa incauta.

Siempre estará solo el rey de los mares.

jueves, 2 de julio de 2009

Ausencia del príncipe de los andenes

Foker 100, sobrevolando Barrancabermeja

I. Rastreros
Apenas llego a nuestro reino puedo sentir el estremecimiento del aire. El viento está temblando, parece sentir al fin el frío que transporta.
Oigo el crujir de los esqueletos bajo mis pies, es nuestro ejército de insectos que te llama. Estrellan sus cuerpos contra las rocas profundas y se arrancan las corazas polvorientas ¿a quién servirán si no estás cerca?
Están tristes, perdidos, como si el alcance de otros días estuviera ausente de su mirada.
Las cabezas de las cucarachas, los pececitos de plata y los escarabajos se clavan en las profundidades del concreto, empiezan a lamer el tuétano reposado de las callejuelas antiguas. Nada los consuela, solo la promesa que les hago: volverá y seguirá reinando en silencio su propio reino y lo acompañaré con mi corte de olvidados y los saludaré a todos acariciando sus cabezas con la palma de mi mano, mientras que la otra se abre para él.

II. Voladores
Doy otros pasos más camino a mi lugar. Los árboles, los cables, las puntas de los edificios lucen extrañas. En el cielo revolotean nubes aladas y oscuras. Son los copetones, los colibríes, las abejas y las mariposas. Se estrellan unos con otros porque no recuerdan a qué voz responde su aleteo afanado, te extrañan.
Siento el reclamo en sus cantos agudos. No sé si lloran. Se cubren los ojos con las alas, sin embargo justo debajo de ellos, suspendidos en el aire, arrecia, se desgajan las nubes, se desata una tormenta.
Sus cantos me convocan, bato también mis alas; empiezo a llover.

III. Ángeles
Si algo no pueden hacer los ángeles olvidados es olvidar.
Allí están, en cualquier esquina, con los sueños mutilados y los muñones expuestos. Saturados de hollín en las pupilas y cubiertos de polvo: necios, resignados, hambrientos.
Los saludan mis ojos con esa tristeza resignada que me evocan, pero los suyos huyen a mi mirada.
Hay un pacto desde el principio del olvido en este reino: “nadie salvará a los ángeles de su olvido eterno”.
Solo tú mi príncipe adorado les pones una marca en la frente y al igual que yo, nombrándolos les das una dignidad muy íntima.
Me preguntaron por ti con ese cariño violento de las palabras callejeras. Se están acostumbrando a que los nombres; me piden que no te olvides de su actual apetito devorador de palabras pero sobretodo sus memorias sangrantes y sus dolores antiguos se avivan sin los trazos de tu mano.
-Recuerda- me dijeron, “Emisario de los ángeles”.
Que los pintes, pidieron sus voces alcohólicas que escuché como susurros mientras los perdía de vista.
Nuestro reino siente tu ausencia,
Nuestro ejército agoniza,
Las manos de esta princesa están intranquilas,
Ya tienes mi corazón.

jueves, 11 de junio de 2009

Palabras escuchadas de un ángel olvidado

Anoche mientras el sueño se metía bajo la puerta de mi cuarto y se estiraba como el humo ligero de un incendio silencioso, escuché a un ángel que se mudó conmigo susurrando las palabras que hinchaban sus labios antiguos como la lava a la montaña que la guarda.

Esto oí decir al ángel:

Noche amiga, regálame una ráfaga de aliento putrefacto para recordar los besos de una mujer que nunca amé,
Cobíjame con la piel de los lobos que te aúllan extrañándote, que estoy desnudo y tengo frío.
¿Acaso se ha detenido el gran poder a calentar mis alas con el fuego de su palabra?
Si me dijera ángel, si me pusiera un nombre, si sembrara en mi pecho un dolor que no fuera tan conocido como el que llevo en los ojos, si me clavara un rayo estruendoso en este cráneo de pétalos marchitos y me escupiera su condena para al fin morir, tendría una esperanza de mudar de traje, de abandonar las alas que me pesan como el tiempo.
Pero a cambio tengo esta angustia eterna de ver desvanecerse a los hombres que escriben mis palabras y detienen mi rostro en el lienzo.

El ángel pronunció mi nombre, lloró un mar y se esfumó en la oscuridad antes que lo pudiera consolar, o tal vez besarlo para conjurar su ausencia.

Un charco quedó humedeciendo el suelo tras mi puerta y por el corredor sus huellas se alejaban: eran tus pies.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Tú los ojos yo la boca.
Tú, párpado que abre la noche y la interroga
Yo, palabra que despierta y le susurra, la nombra.

Tú, la luz y la sombra
Yo silencio, cadencia de sonidos
Tú espía de paisajes clandestinos

Tú, viajero que recorre los andenes
Yo, escribano de tus viajes citadinos.

Tú, observador de estrellas moribundas
Yo, oráculo de su oscuridad en la palabra:

Avistas un cometa, lo recorro con mi lengua,
Atrapas una piedra, la bautizo con mi nombre,
Extrañas a la muerte, la convenzo de que duerma.


El mundo de los ángeles recuerda su olvido

Tus ojos los dibujan
Mis besos los condenan
Tus manos los atraen
Mi lengua los provoca
Tu lápiz los conoce
Mi lápiz los conoce

Tú mirada, yo beso
Un conjuro nos convoca.