domingo, 26 de julio de 2009

VIDA MARINA

Si el mundo marino se abriera bajo mis pies blanquecinos
y desde una caverna oscura el pulpo viscoso me llamara a abrazar su corazón de tinta,
escucharía el rumor de sus tentáculos que me abarcan rodeándome
e intentaría una muerte por ahogamiento.

Si no me atrapa la medusa
ni me rapta un corsario submarino cabalgando su caballito de mar
de cualquier manera presiento que me perdería en el fondo de tus ojos,
Aguas oscuras cuya corriente me atrae
Inevitablemente.

PEZ LEÓN

Por estas aguas nada el monstruo marino más hermoso y temido.
Aún no entiende por qué lo espero en el silencio,
tras corales de fuego y algas marinas
con el arpón preparado para atravesar su corazón caliente.

Aunque su piel ponzoñosa siempre espera la caricia tibia del agua
Se resigna al destino inyectando la muerte a su presa incauta.

Siempre estará solo el rey de los mares.

jueves, 2 de julio de 2009

Ausencia del príncipe de los andenes

Foker 100, sobrevolando Barrancabermeja

I. Rastreros
Apenas llego a nuestro reino puedo sentir el estremecimiento del aire. El viento está temblando, parece sentir al fin el frío que transporta.
Oigo el crujir de los esqueletos bajo mis pies, es nuestro ejército de insectos que te llama. Estrellan sus cuerpos contra las rocas profundas y se arrancan las corazas polvorientas ¿a quién servirán si no estás cerca?
Están tristes, perdidos, como si el alcance de otros días estuviera ausente de su mirada.
Las cabezas de las cucarachas, los pececitos de plata y los escarabajos se clavan en las profundidades del concreto, empiezan a lamer el tuétano reposado de las callejuelas antiguas. Nada los consuela, solo la promesa que les hago: volverá y seguirá reinando en silencio su propio reino y lo acompañaré con mi corte de olvidados y los saludaré a todos acariciando sus cabezas con la palma de mi mano, mientras que la otra se abre para él.

II. Voladores
Doy otros pasos más camino a mi lugar. Los árboles, los cables, las puntas de los edificios lucen extrañas. En el cielo revolotean nubes aladas y oscuras. Son los copetones, los colibríes, las abejas y las mariposas. Se estrellan unos con otros porque no recuerdan a qué voz responde su aleteo afanado, te extrañan.
Siento el reclamo en sus cantos agudos. No sé si lloran. Se cubren los ojos con las alas, sin embargo justo debajo de ellos, suspendidos en el aire, arrecia, se desgajan las nubes, se desata una tormenta.
Sus cantos me convocan, bato también mis alas; empiezo a llover.

III. Ángeles
Si algo no pueden hacer los ángeles olvidados es olvidar.
Allí están, en cualquier esquina, con los sueños mutilados y los muñones expuestos. Saturados de hollín en las pupilas y cubiertos de polvo: necios, resignados, hambrientos.
Los saludan mis ojos con esa tristeza resignada que me evocan, pero los suyos huyen a mi mirada.
Hay un pacto desde el principio del olvido en este reino: “nadie salvará a los ángeles de su olvido eterno”.
Solo tú mi príncipe adorado les pones una marca en la frente y al igual que yo, nombrándolos les das una dignidad muy íntima.
Me preguntaron por ti con ese cariño violento de las palabras callejeras. Se están acostumbrando a que los nombres; me piden que no te olvides de su actual apetito devorador de palabras pero sobretodo sus memorias sangrantes y sus dolores antiguos se avivan sin los trazos de tu mano.
-Recuerda- me dijeron, “Emisario de los ángeles”.
Que los pintes, pidieron sus voces alcohólicas que escuché como susurros mientras los perdía de vista.
Nuestro reino siente tu ausencia,
Nuestro ejército agoniza,
Las manos de esta princesa están intranquilas,
Ya tienes mi corazón.