Allí descansa desnuda la de pasos ciertos y besos calculados.
Mírala con tantos sueños mojados escurriéndole del olvido.
Con un deseo desmedido, desconocido, desafiado, deshecho, decidido.
Palpa el croquis de sus mentiras y los cadáveres que deja tras de sí,
una larga fila de corazones devorados y manos sin huellas, miradas enceguecidas, bocas sin lengua.
Contempla detenidamente el filo de sus dientes, el borde de sus uñas, la red de su pelo:
Pájaros, osos polares, escarabajos y gatos negros, todos regalándole su naturaleza muerta
-quise decir-, asesinada.
Es la insomne del deseo, cuya piel no sacia un apetito caníbal.
Puedes acompañarla si no tienes miedo de su dentellada mortal,
puedes acariciarla; solo no le abras tu pecho,
su platillo predilecto son los corazones frescos.
martes, 24 de marzo de 2009
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4 comentarios:
que peligro!!!
Mi Mayra querida... ya quisiera yo parecerme más a ese retrato... pero no puedo. Digamos que a veces ese monstruo emerge... y me castiga la culpa.
Estos son los momentos en tan sólo se puede decir: mmmm ¿qué puedo decir?...
¡a pesona maravillosa , a persona peligrosa!
para toda culpa hay un "alegato a favor de edipo"...
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